Benvinguda

Benvinguts/des al meu bloc.
Sóc tianenc des dels 2 anys, amb anades i vingudes per motius de feina i personals, des del
nou segle que visc de forma definitiva al 'meu' poble.
Ara, arribada la cinquantena, he resolt comprometre'm políticament amb la independència del meu país: primer a la consulta Tiana Decideix, el desembre de 2009, i després de la creació de Solidaritat Catalana per la Independència, adherint-me i formant part del nucli del nou espai polític, especialment a nivell local i comarcal.
A partir de les eleccions municipals de 22 de maig de 2011, on la llista de Solidaritat per la Independència es va quedar a les portes d'aconseguir representació a l'Ajuntament de Tiana, vaig crear aquest bloc per anar expressant el meu parer sobre les coses que van passant al meu poble, i també sobre coses més globals de pensament social i polític, per dialogar amb tots aquells que hi vulgueu aportar coses.
Ara, abandonada la meva militància política de partit des de principis de 2013, la meva feina, com la de milers de catalans de la societat civil, es centra en entitats com el Fòrum Tiana Decideix, que alhora és la territorial tianenca de l'ANC. Aquest moviment ve de baix, i des de baix l'hem d'empènyer.

divendres, 27 de desembre del 2013

Monòleg de Georges Carlin sobre la religió (no té desperdici)



Mira'l a YouTube
http://www.youtube.com/watch?v=WBFdta6oORk&feature=youtu.be

Suspenso en religión: MI COÑO (més clar, aigua)

DOMINGO, 22 DE DICIEMBRE DE 2013

MI COÑO

Es bastante probable que a simple vista parezca que tengo un coño normal: tiene sus labios (internos y externos), su clítoris justo encima, su vagina en medio, su vello púbico (más del que me gustaría)… absolutamente nada con lo que sorprender al personal (con el gustazo que tiene que dar ser hermafrodita). Pero, desde mi punto de vista, mi coño tiene una particularidad bestial: es mío, y yo decido lo que entra y lo que sale de él.

Cuando una mujer es consciente de su sexualidad y de su cuerpo, que no es ni más ni menos que una parte importantísima de su vida, sabrá qué tiene que hacer con su coño. Del mismo modo en que aprendimos a no meter los dedos en los enchufes (sinceramente, no conozco ningún caso de muerte por choque eléctrico) o a no echar las piernas a la vía del tren, sabemos lo que hacer con nuestros órganos sexuales. Cualquier mujer inteligente, que sepa utilizar sus manos y sus piernas y alimentarse solita sabrá cómo utilizar su coño. Las mujeres, señor Ministro, no somos deficientes por defecto. Puede que usted haya tenido malas experiencias, pero le advierto que abusar de una persona deficiente no está bien visto. Ni siquiera en España.

Dicho esto, yo me considero una mujer competente, autónoma y lo suficientemente adulta como para saber si quiero procrear o no. Del mismo modo, considero que absolutamente todas las mujeres que conozco y con las que tengo relación: mis amigas, mis compañeras de trabajo, la dependienta del Zara, la de la gasolinera, la contable de mi padre, mi madre o mis cuñadas, están sobradamente capacitadas para saber qué hacer con sus respectivos coños. Lo cual, además, no deja de ser una decisión personal que de ninguna manera me afecta a mí. Bastante trabajo me da el mío (depilaciones, citologías, menstruaciones…) cómo para preocuparme del de la vecina.

Pero partiendo cómo partimos del principio de que la inmensa mayoría de la población española es medianamente inteligente me pregunto yo qué coño –con perdón- le importará a usted señor Ministro, a la Iglesia y a la panda de fachas que pasean carteles asquerosos mientras defienden guerras que matan a niños (de los carne y hueso), lo que sale de MI COÑO.



Porque yo follo con quien quiero, Alberto. Y cómo quiero. Como soy una mujer inteligente, utilizo métodos de anticoncepción que, dicho sea de paso, son una barrera contra las indeseables enfermedades de trasmisión sexual. Sepa también, que prácticamente ningún hombre –inteligente, a mi entender- con el que me he acostado se negaría a tener sexo sin protección la primera noche. Y que algunos hombres –inteligentes, por supuesto-, lo pidieron expresamente. Si yo, nublada por el calentamiento o por el amor que sentía hacia esa persona, hubiese cedido y hubiese aceptado mantener relaciones sin preservativo quizá me hubiese quedado embarazada. Quizá también me podría haber quedado embarazada con mi pareja, por haber jugado algún día más de la cuenta –las relaciones son un juego de dos, a mí la masturbación no suele embarazarme-, porque falló el método anticonceptivo –fallan, se lo aseguro- o porque esa persona me obligó a hacerlo. Afortunadamente, a mí no me ha pasado. Pero si me hubiese pasado, yo, mujer inteligente, hubiese querido abortar.

¿Sabe por qué? Tengo 27 años, he estudiado, soy profesional y NO quiero ser madre en estos momentos. Además, creo que tengo derecho a equivocarme como usted y como alguno de sus cuatro hijos, que, seguro, alguna vez debieron de haber practicado sexo sin haber convertido ese polvo en un ser humano.

Tengo derecho a abortar sin ser estigmatizada por ello y a hacerlo en las condiciones médico-sanitarias que se esperan de un país europeo en el año 2014. Tengo derecho a no joderme la vida porque un día algo salió mal y ni usted, ni mis padres, ni un cura, ni un psiquiatra ni el mismísimo Dios aparecido en la Tierra pueden negarme mi derecho a decidir lo que sale de MI coño.

Porque entonces, cuando yo y otras mujeres demos a luz, y en el hipotético caso de que todo saliese bien, tendrían usted y su gobierno que hacerse cargo de todos los hijos no deseados que llevan mala vida porque sus padres simplemente, no estaban preparados. O no podían darle un hogar. O no se conocían casi entre ellos. O no podían alimentarlos correctamente, o comprarles sus medicinas. Cosa, que, como bien sabrá, pasa cada día en España. Una nación que tiene el vergonzoso honor de tener a casi un 30 por ciento de la población infantil viviendo bajo el umbral de la pobreza, sólo por detrás de Bulgaria y Rumanía en el conjunto de los 27 países de la Unión Europea.

¿Sabe usted, señor Ministro, cuántos niños hay tirados ahora mismo en las calles de España? ¿O sin calefacción? ¿Y sabe los que comen todos los días lo mismo? ¿Se ha preocupado de conocer a aquellos que llevan los zapatos rotos al colegio? ¿Y a los que no han podido comprar un abrigo este año? ¿No le dan pena? A mí, sí. Lo que no me da pena es un embrión de pocas semanas que, sintiéndolo mucho señor Ministro, ni siente ni padece y que, efectivamente, podría convertirse en algo mucho más importante y entonces sí –y no antes- merecería toda su atención y la de su gobierno. Mientras tanto, amantes como son de la vida, deberían de preocuparse de que yo y el resto de las mujeres de este país tengamos una vida digna, estemos sanas y traigamos hijos deseados al mundo que tendremos que cuidar, inteligentemente, el resto de nuestras vidas.

A veces cuando lo escucho, señor Ministro, me hace sentir usted como mi gata. Le contaré que he tenido que esterilizarla porque la pobre no dejaba de traer hijos al mundo que no podía mantener, ni yo tampoco. Ella, simplemente, se acostaba con varones sin saber lo que hacía ni sus consecuencias. Tuvo dos partos múltiples. Como mi gata es un animal, si yo hubiese querido habría abandonado a todas esas crías, o las habría matado –qué más da, son gatos- Pero no hice eso, me preocupé de cuidar a cada uno de esos gatitos y de buscarles un hogar donde los quisiesen. Me preocupé, además, de llevar a mi gata al veterinario cuando enfermó después del parto –y de pagarlo-. Y después, me responsabilicé de que mi preciosa gata no volviese a quedarse embarazada otra vez. Porque no me gusta abandonar a los animales. Y menos, a las personas. Ojalá ustedes cuidasen a las ciudadanas de este país tanto como yo a mi gata.
Suspenso en religión: MI COÑO

Quina lucidesa, fa 2400 anys!!

dimecres, 11 de desembre del 2013

'A nosotros ya nos jubilará la vida'

Em dec estar fent gran, però m'ha arribat al cor...



Un cartel con una cita anónima preside la entrada del comedor comunitario de El Tupí, una asociación de acogida a personas con dificultades económicas, solas y sin recursos: "Tu Cristo es judío, tu coche japonés, tu pizza italiana, tu democracia es griega, tu café brasileño, tus vacaciones son marroquíes, tus cifras son árabes, tus letras son latinas. Y osas decir que tu vecino es extranjero?"

Los vicenses Núria Casamitjana y Marià Vilaró, casados desde hace 52 años, con seis hijos y trece nietos, impulsan y gestionan un comedor social que cada día sirve la comida a una cuarentena de personas, que también se llevan una bolsa con la cena del día y el desayuno del día siguiente. En este local, cedido de manera altruista por los padres claretianos, iniciaron su actividad hace diez años. Núria es la responsable de organizar los horarios y la elaboración de las comidas, coordinar las relaciones con los usuarios y cocinar junto a otros voluntarios. Marià, su marido, se ocupa de la logística y la intendencia.

Esta singular pareja se conoció cuando los dos militaban a la JOC (Joventut Obrera Catòlica), donde profundizaron su cristianismo de base, asentado en las proclamas evangélicas de la fraternidad y la defensa de los débiles. Antes de jubilarse, Marià se dedicó a la fabricación e instalación de muebles de cocina durante 34 años. Núria trabajó mucho tiempo en la tienda de muebles y después abrió una papelería.

Para muchas personas mayores la jubilación supone un grave obstáculo para encarar un futuro incierto. Pero Núria y Marià ya tenían claro cómo querían gestionar esta nueva etapa de la vida: "Antes de jubilarnos éramos responsables de Cáritas en nuestra parroquia, un barrio con mucha presencia inmigrante, sobre todo marroquí. Conocíamos las actividades de la asociación de acogida el Xiprer de Granollers, concretadas en un comedor social, nos animamos a emular su experiencia y decidimos abrir un centro parecido a Vic. En 2004, después de tres años de preparativos, reuniones y gestiones legales abrimos El Tupí en Vic", explican.

Este matrimonio dedica prácticamente todo el día a la asociación. Pero más allá de su tarea voluntarista, también comparte los trabajos de casa: "Marià prepara la cena y yo el desayuno. También cuidamos a los nietos cuando sus padres tienen algún compromiso. Algunos domingos vamos a Barcelona y participamos en reuniones sobre la problemática social, como alguna charla que hace el Pare Manel. Y cada año pasamos una semana en Taizé, en el sur de Francia, donde se hacen encuentros internacionales abiertos a todas las confesiones", comenta Núria.

El Tupí se financia con las aportaciones de unos cincuenta socios: "Cada persona paga un mínimo de 10 euros anuales, o lo que cree oportuno, según la propia conciencia y las posibilidades. También tenemos comercios y empresas colaboradoras fijas que nos ayudan y regularmente nos traen todo tipo de alimentos. A veces, determinadas entidades que organizan actividades lúdicas y festivas nos entregan el dinero que les ha sobrado de una rifa, por ejemplo. Y si en alguna ocasión tenemos excedentes de alimentos, los repartimos entre varias asociaciones solidarias".

Aunque tienen un pensamiento humanista de profundas raíces cristianas, Núria y Marià se sienten alejados del sectarismo o el fundamentalismo dogmático: "Somos autónomos e independientes de la Iglesia. Nos basamos en el discurso evangélico del amor y el perdón, no en el Dios del miedo y la venganza. Aquí respetamos a todas las culturas y creencias y procuramos seguir los consejos de Gandhi cuando decía 'no puedes dar la mano con el puño cerrado' y 'vive más sencillamente para que otros puedan sencillamente vivir'. Esta es nuestra ideología".

El nombre de El Tupí lo escogió Marià: "Antes, en la mayoría de masías de la Plana de Vic había un tupinet, una olla con asas, donde a primera hora se calentaba la sopa, la leche, un poco de vino o alimentos reconstituyentes, antes de ir a ordeñar las vacas y encarar la dura jornada. Era un símbolo ideal para adoptarlo".

Gracias a una reciente aportación de 150.000 euros por parte del ayuntamiento de Vic, El Tupí ya a celebrar la Navidad en un nuevo local de 300 m2, más amplio que el actual, cedido por el ente municipal y situado junto al puente románico de Queralt, en un edificio construido en el espacio ocupado durante décadas por la famosa fábrica de curtidos Colomer-Munmany.

Aunque cada vez hay más jóvenes sin recursos que acuden al comedor social, la mayoría de usuarios tiene más de 45 y 50 años. Marià y Núria tienen claro que la función principal de El Tupí es acoger personas sin recursos, "pero antes que las buenas palabras, lo más prioritario y esencial es llenar el buche. A la gente que viene derivada de Bienestar Social y otros organismos, y a los que vienen por voluntad propia, no les preguntemos nada. Primero que coman. Después, a medida que repiten y ven el panorama cogen confianza, se abren y explican sus experiencias".

La asociación, además de comida, también da asistencia psicológica, si se tercia: "Muchos usuarios tienen un déficit de apoyo afectivo y de acompañamiento, un aspecto que para nosotros es primordial. Tenemos una psicóloga, Teresa, que viene una vez a la semana a atender casos específicos, normalmente personas deprimidas. Pero nosotros también procuramos ser sensibles con todo el mundo. La mayoría de voluntarios de El Tupí tenemos entre 60 y 80, una edad que a menudo supera la de bastantes usuarios. Pero les escuchamos y hablamos con ellos, tengan la edad que tengan. Se han dado casos de voluntarios muy desanimados que han venido a colaborar con la asociación, pero al cabo de un tiempo de actividad, viendo el ambiente de precariedad de algunos y después de conocer de primera mano situaciones mucho más precarias que las propias, siguen una terapia natural que les aparta de la depresión".

Para Marià, la vejez no es una lacra, sino un tiempo precioso que hay que aprovechar: "A nosotros ya nos jubilará la vida", sentencia con rotundidad. Y Núria, que anda con dificultades y lleva una prótesis, añade: "A nuestra edad, con un mínimo de salud no hay lugar para el aburrimiento. Yo a las personas mayores siempre les digo que ya saldremos adelante. Lo importante es transmitir paz y estímulos. La vejez y la jubilación no significa ninguna rendición. Tenemos que asumir los diferentes niveles de la vida. Siempre eres útil para alguna cosa. Ahora, Marià y yo no tenemos obligaciones familiares. Tenemos libertad y tiempo para dedicarlo a lo que nos gusta", remacha.

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'A nosotros ya nos jubilará la vida'